Apartamentos Miyamoto. Capítulo 3.

Apartamentos Miyamoto

 

Capítulo 3

1

Harumi Yoshida

Llaman a la puerta y abro. Es Koichi Nimura.

—Pasa —le digo.

Recientemente, nos habíamos dado cuenta de que, aparte de las Bellas Artes, compartíamos una afición: los videojuegos.

—He traído pasteles de la tienda de Shimizu —explica, sosteniendo una caja con la mano derecha, y me enseña una bolsa que lleva en la otra mano, llena de carátulas y un mando—. No sabía cuáles tenías, así que he terminado por cogerlos todos.

—¡Oh, genial! —exclamo, entusiasmada.

Mientras nos enfrentamos en uno de mis juegos de lucha favoritos, en el que es bastante habilidoso a pesar de no haberlo jugado antes, le comento:

—Hanako me escribió hace un rato diciendo que venía con Mei. ¿Fuiste a su pastelería, entonces? —Aunque es obvio que sí, pues me lo acaba de decir, le pregunto para sonsacar más información.

—Ah, bien… —Sonríe, sin despegar la vista de la pantalla—. Sí, me pasé con mi hermano hace un par días.

—Así que con tu hermano. Ya veo… —respondo y me concentro en el juego, antes de que siga dándome una paliza.

 

2

Risa Miyamoto

—¡Madre mía! —exclama mi hermano desde la puerta de mi habitación y silva—. El de hoy te tiene que gustar bastante.

—¿¡Qué!? —Me da un vuelco el corazón—. No, hoy he quedado con Hatori, la chica nueva de la que te hablé…

Es verdad que me había arreglado un poco más de lo habitual, pero no sabía que daba esa impresión. Reviso por última vez mi cabello, maquillaje y vestimenta. «Bien», me digo y salgo de casa.

 

3

Hanako Shimizu

Mei y yo entramos en casa de Harumi y nos sorprendemos al ver que estaba acompañada.

—Hola, chicas —nos saluda Koichi y mira hacia su vecina mientras se levanta—. Yo me voy ya, así podéis hablar con tranquilidad de vuestras cosas.

—No seas tonto, quédate —le dice cariñosamente Harumi, tirándole del brazo, y este accede ante sus súplicas.

No sé cómo, acabamos los cuatro jugando a la consola, cuando la anfitriona pregunta:

—¿Tu hermano está trabajando hoy? —A pesar de que se dirigía a Koichi, me lanza una mirada al decirlo.

—Sí, este sábado le toca —explica.

—¿Podemos hacerle una visita? No me lo imagino con el uniforme de camarero —comenta Harumi, directa al grano, como siempre.

Esta vez soy yo quien desvía la vista hacia ella y me guiña un ojo con disimulo.

—Si queréis, no veo por qué no —responde el joven.

—Genial, vamos a avisar también a Hajime —decide por sí misma la chica de cabello cobrizo—. Ven conmigo, Mei.

Observo la expresión que pone Mei al escucharla y sonrío. «Esta chica es un demonio».

 

4

Risa Miyamoto

Consigo llegar cinco minutos antes al lugar de encuentro, lo cual es todo un récord para mí, y Hatori ya está allí esperándome.

—¡Hatori, buenos días! —exclamo, sonriente, al aproximarme a mi compañera.

—Buenos días —me dice y nos ponemos a caminar.

Lleva una blusa fluida con escote en forma de pico y un pantalón ajustado de tiro alto que le marca muy bien la figura.

Al colocarme a su lado, la miro de reojo varias veces. «Joder, menuda belleza». No paro de pensarlo, sin embargo, no me atrevo a decírselo. Normalmente, se lo comentaría a cualquier amiga sin problema. Quizá con ella aún no tengo suficiente confianza.

 

5

Mei Kobayashi

—Harumi, ¿tú estás segura de esto? —le pregunto, delante de la puerta de Hajime—. A ver si se lo vamos a molestar…

—Tú no te preocupes que yo me encargo —responde alegremente y pulsa el timbre.

Para mi sorpresa, esta vez no es el joven quien se encarga de abrir, sino una mujer que intuyo que es su madre.

—Buenos días, señora Miyamoto —dice Harumi, con total naturalidad—. ¿Está Hajime en casa?

Inmediatamente después, me señala con la mano izquierda y me presenta:

—Esta es Mei…, una amiga —comenta, sin dar más explicaciones.

—Encanta, señora Miyamoto… —titubeo muchísimo al hablar y noto cómo el corazón me bombea con fuerza, pero no puedo quedarme callada sin saludar, sería de mala educación.

—¡Buenos días, chicas! Encantada Mei —responde, sonriendo, y su expresión me recuerda bastante a la de Hajime—. Ahora mismo lo aviso, pasad.

La casera del edificio nos ofrece tomar algo mientras esperamos en el salón. Tras ello, se dirige hacia el pasillo que da a las habitaciones.

—¡Hajime, tienes visita! —La oigo desde la distancia.

Acto seguido, su hijo aparece por el salón.

—¡Harumi, jefa! ¿Qué hacéis aquí?

Viste un chándal negro y lleva el pelo completamente alborotado. Me siento un poco avergonzada para contestar, por lo que es Harumi quien habla:

—Estábamos pensando en hacer una visita a Billy en la cafetería, ¿te apuntas?

La observa confuso y, tras meditarlo brevemente, nos dice:

—Vale, me cambio y os acompaño.

 

6

Risa Miyamoto

Nuestra primera parada es en el cine. Le pido que sea ella quien escoja la película, por lo que se detiene a observar la cartelera y responde mientras señala una de ellas:

—Esta. —La miro extrañada por su elección. Es una película romántica.

«Quizá lo ha hecho porque cree que es la que yo quiero ver», pienso, pero decido no darle más vueltas.

Cuando vamos a comprar las entradas, intento, sin éxito, invitarla. Sin embargo, me deja pagar las palomitas, al menos.

Durante la película, no soy capaz de mirarla en ningún momento, pero una de las veces en las que introduzco la mano en el cubo de palomitas, rozo, sin querer, la suya e, irremediablemente, siento calor en la punta de mis dedos.

 

7

Hanako Shimizu

Una vez en la cafetería, uno de los camareros nos ofrece una mesa. Mei y yo nos sentamos juntas, Hajime y Harumi frente a nosotras, respectivamente, y Koichi entre Harumi y yo, presidiendo la mesa. Mientras miramos la carta, observo con detenimiento el local, buscando con los ojos a Billy. Lo encuentro a la par que su hermano y este hace un gesto con la mano para que se acerque.

—¿Qué hacéis aquí? —pregunta, algo inquieto.

—Veníamos a verte —interviene Harumi, sonriendo—. Pero también vamos a consumir, que conste.

—Bien… —Saca la PDA para anotar la comanda—. ¿Habéis decidido qué tomar?

Billy apunta lo que va pidiendo cada uno de los comensales y yo me dedico a observar su uniforme: camisa blanca, pantalón negro de pinzas y zapatillas deportivas. Algo muy sencillo, pero pienso que le sienta de maravilla. Cuando toca mi turno, me mira y pregunta:

—¿Y tú, Shimizu?

—Ah, yo…, lo mismo que tu hermano —lo digo por salir del paso, ni siquiera había leído la carta.

—Enseguida llegarán las bebidas, bienvenidos —comenta de manera profesional y un tanto forzada, antes de irse.

 

8

Risa Miyamoto

Al salir del cine, nos sentamos en una hamburguesería. Allí, comienzo mi interrogatorio:

—¿Te has adaptado bien a la nueva ciudad?

—Sí, más o menos.

—¿Y al instituto?

—Pareces mi madre… —me reprende Hatori mientras acerca la botella de agua a sus labios y los humedece—. Eso deberías saberlo.

—Tienes razón. —Sonrío al responder y sigo—: ¿Por qué te mudaste a Tokio?

—Por el trabajo de mis padres —se limita a contestar.

—Ya… y hablando de familia, ¿tienes hermanos?

—No, soy hija única.

—¿Y mascota?

—No, tampoco.

Justo cuando iba a preguntarle por sus aficiones, suena el teléfono de la joven. Se disculpa antes de atender la llamada.

—Tranquila, responde sin problema —le digo y escucho a través del aparato cómo alguien pronuncia la palabra «Sumika». Siento una punzada en el pecho.

Al terminar la conversación, vuelve a pedirme perdón. Le respondo con una sonrisa y pregunto:

—¿Tu novio? —No había pensado en la posibilidad de que Hatori tuviera pareja, aunque era bastante probable viendo lo inteligente y atractiva que es.

—No, un amigo del club de atletismo de mi antiguo instituto —me comenta y casi suspiro aliviada—. Viene el próximo sábado para correr una maratón y quería que nos viésemos.

—¿Así que hacías atletismo antes? —Decido no indagar más sobre el chico y centrarme en mi objetivo del día: conocerla mejor.

—Sí, pero me quité del club al terminar secundaria. No quería que interfiriera en mis estudios —explica—. Así que, ahora solo me dedico a correr por mi cuenta los fines de semana y cuando tengo tiempo, entre semana.

—¡Vaya! —exclamo y saco mis propias conclusiones—. Por eso tienes tan buen físico.

—Tampoco es para tanto… —Desvía la mirada y percibo cómo se sonroja levemente.

—Me vas a tener que dar unas clases para el festival deportivo. —Cambio de tema para no incomodarla más—. A mí lo que es el deporte, me da un poco de pereza.

Mientras hablo, vuelve a clavar sus ojos en los míos y pregunta directamente:

—¿Y tú? —La observo desconcertada—. ¿Tienes pareja?

—¿Yo? ¡Qué va! —Me ruborizo por completo y, aunque disimulo como puedo, creo que se me nota.

«¿Por qué querrá saber algo así?».

 

9

Hanako Shimizu

Cuando nos levantamos para irnos de la cafetería, Billy termina su turno, por lo que sale con nosotros. Por el camino, nos quedamos los dos un poco más alejados del grupo.

—Perdona por haber venido sin avisar —me disculpo—. Espero que no te hayamos hecho sentir incómodo.

—No te preocupes. —Sonríe—. Además, fui yo quien te visitó primero en el trabajo… Muy buenos los pasteles, por cierto.

—Me alegro de que te gustasen. —Siento ardor en las mejillas—. Puedes volver cuando quieras.

—Lo haré —asegura el joven.

Tras un breve silencio, le pregunto:

—¿Esta noche tocáis allí?

—Sí, pero no podéis entrar los menores de veinte años. —Posa su mano sobre mi cabeza y me acaricia el cabello dos o tres veces—. Ya sabes, a esa hora venden alcohol.

—Lo sé… —Me pilla totalmente desprevenida y me sonrojo hasta las orejas—. Aunque admito mi curiosidad por verte tocar.

—Cualquier día que vengas al piso te enseño, no hace falta que sea en el local.

—¡Me encantaría! —respondo, sorprendida por su invitación, y me avergüenzo un poco de haber subido el tono.

 

10

Harumi Yoshida

Frente a los apartamentos, veo a Risa con una joven de su edad. Por la conversación, es obvio que se están despidiendo.

—Gracias por acompañarme —dice mi vecina—. Lo he pasado muy bien.

—No hay de qué, nos vemos en clase —concluye la chica de cabello oscuro, antes de que Hajime las interrumpa.

—¡Hola, Risa!

Observo cómo se pone nerviosa y se me escapa una sonrisa.

—Hola, Hajime… Ella es Hatori —responde apurada y se dirige inmediatamente hacia la muchacha—. Mi hermano y unos amigos.

—Encantada —saluda la joven y los demás hacemos lo mismo.

Antes de que Hatori se vaya, nos marchamos cada uno a nuestra casa. Una vez dentro del edificio, me asomo con disimulo por mi ventana y veo que Risa le da un fugaz abrazo a su amiga antes de irse.

Ir al siguiente capítulo

Ir al anterior

Más textos de este autor:

Respuestas

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *